martes, 17 de enero de 2012

¡PARA CUANDO UNA AGENCIA EUROPEA DE RAITING?

Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch levantan numerosas suspicacias en Europa. Se les acusa de tener un sesgo antieuropeo y se considera necesario romper su oligopolio. Angela Merkel reclama la creación de una agencia europea de calificación.

Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch son las tres grandes agencias de ráting globales. Sus calificaciones de riesgo de los Estados soberanos y de los emisores corporativos marcan el día a día de los mercados financieros. Pero ¿Quiénes son sus accionistas? ¿Quién manda en las tres grandes agencias de ráting?

Un rasgo común de todas ellas es que sus accionistas de referencia entroncan directamente con la industria financiera . Es más, muchos de ellos son usuarios de las calificaciones de las agencias de las cuales poseen importantes paquetes de acciones. Otro aspecto relevante es la coincidencia de algunos de estos gestores de activos en el capital de Moody’s y de la editora McGraw Hill, la propietaria de Standard & Poor’s. Distinta es la situación en Fitch, cuyo capital se reparte entre el grupo francés Fimalac (60%) y la corporación Hearst (40%).

Moody’s
Destacan dos accionistas: Berkshire Hathaway y The Capital Group. El primero es el conglomerado financiero que lidera Warren Buffet que se sintió muy incómodo al haber sido citado por el Congreso de Estados Unidos. Se le convocó para testificar sobre los fallos de las agencias de calificación en la evaluación de riesgos antes del estallido de la crisis subprime en agosto de 2007.
Standard & Poor’s
Su propietario el grupo editorial McGraw Hill. Es ahí donde se encuentran algunas coincidencias con su máximo competidor.
Fitch
A gran distancia de sus dos principales competidores . Se trata de una compañía con doble sede (en Nueva York y en Londres) que reclama tener un carácter europeo. Su capital se lo reparten la francesa Fimalac (60%) y The Hearst Corporation.

Standard & Poor's  lleva intentando ser protagonista desde hace más de medio año. A principios de verano, cuando Estados Unidos estaba discutiendo sobre el techo de gasto público, S&P optó por poner en revisión y, finalmente, rebajar, la calificación de la deuda pública. No sin antes cometer un error aritmético de bulto. El gobierno de Obama atacó la credibilidad del análisis que justifica la decisión de Standard & Poor's de rebajar la máxima calificación de la deuda de Estados Unidos, diciendo que halló un error de US$2 billones. S&P se vio obligado a retirar la cifra de su análisis.

En diciembre S&P puso en revisión a la zona euro. Revisión que se ha completado este viernes, con Francia como protagonista y varios países, España incluida, afectados por el fuego a discreción y el efecto multiplicador de la rebaja en bloque, aunque ya en Diciembre 2011 quito  por un error informático la triple A a Francia. Tras un repentino repunte de la prima de riesgo francesa hasta máximos, S&P  emitió un comunicado en el que confirmaba que la segunda economía del euro seguía con su AAA y aseguraba que de momento no se planteaba revisar su nota de solvencia, y que la mantenía con perspectiva estable.

Hoy mismo el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble ha comentado: "No se debe sobrevalorar los veredictos de las agencias de calificación". Era la respuesta tras conocer la rebaja de calificación de Francia de una de las máximas autoridades económicas del continente.

Los ingresos de estas firmas vienen de las entidades que emiten deuda. Son quienes les pagan, y lo hacen porque en el mercado es necesaria una calificación para colocar dicha deuda. Pero si los ratings pierden relevancia, los emisores de deuda tendrán menos motivo para pagar por ellos. De ahí el afán de protagonismo.

La crisis supuso un duro golpe del que las agencias aún no se han repuesto. Cada artículo que se escribe sobre estas firmas lleva la coletilla de sus estrepitosos fallos en la crisis crediticia. Por eso, además de afán de protagonismo, las agencias de calificación tienen pánico a fallar de nuevo, por lo que practican rebajas de rating preventivas.

Ambos efectos, el afán de protagonismo y el miedo a volver a fallar, hacen que unas agencias que, se supone, deberían analizar fríamente los perfiles crediticios de empresas, bancos y administraciones, tengan una tendencia cada vez más pronunciada a contagiarse del pánico y agudizar aún más las tendencias del mercado.

Porque, efectivamente, la presión de S&P sobre la zona euro deteriora la calidad crediticia sobre estos países, al sembrar más dudas en el mercado.

Por cierto, el Reino Unido, con un déficit del 10% del PIB en 2010, un 80% del PIB de deuda y un crecimiento del 0,7% en 2011, según Eurostat, conserva la triple A y no está en revisión. Francia, con un déficit del 7%, la misma deuda y un crecimiento del 1,6%, ha sido rebajada.   

Pero la explicación entre Francia e Inglaterra es obvia. Inglaterra puede imprimir todas las libras que quiera. La deuda inglesa no tiene ninguna relevancia. Un país con la deuda en su propia moneda no tiene de-facto deuda en el sentido normal de esa palabra. Es así de fácil, nunca se podrá declarar en bancarrota.

Por tanto Inglaterra, EEUU y Japón deben ser, siempre, AAA a excepción que haya algún partido que no sabe de macro y prefiere hacer un deault(quiebra) antes que imprimir. Ese podría ser el caso de los republicanos en USA, pero no del gobierno conservador ni laborista inglés, ni de ningún partido japonés.
La deuda de un Estado en tiempos de bonanza es un indicativo de la posibilidad de inflación si el país imprime, pero básicamente es una forma de controlar la política monetaria.

Para cuando una Agencia Europea………………….y que hartón de reír comparando raitings.

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